No hay futuro sostenible sin tecnologías que apoyen el suministro de energía descentralizado y la protección del medio ambiente.
Desarrollamos planes energéticos que se ajustan a las características y necesidades de las organizaciones y, si es posible, integramos la construcción de sistemas CHP / CHP, sistemas de refrigeración solar y sistemas fotovoltaicos con / sin almacenamiento. Realizamos estudios de viabilidad técnica y económica.
A pesar de las dificultades actuales que tienen estas tecnologías, los sistemas energéticos descentralizados tienen un papel muy importante en un mundo sostenible.
Realizamos evaluaciones técnico-económicas para la instalación de plantas de cogeneración y/o trigeneración. Cogeneración significa producción simultánea de dos o más tipos de energía. Normalmente se trata de electricidad y calor, aunque puede ser también energía mecánica y calor (y/o frío).
La producción simultánea supone que puede ser utilizada simultáneamente, lo que implica proximidad de la planta generadora a los consumos, en contraposición al sistema convencional de producción de electricidad en centrales termoeléctricas independientes, donde también se desprende calor, pero éste no es aprovechado y ha de ser eliminado al ambiente. Cierta cantidad de calor debe ser evacuado en todo proceso térmico de producción de electricidad, ya que todo el calor absorbido no puede transformarse en trabajo. El objetivo de la cogeneración es que no se pierda esta gran cantidad de energía.
La trigeneración aúna dos tecnologías: la cogeneración y la refrigeración térmica. La primera permitiría entonces en este caso obtener calor y electricidad, y la segunda permite obtener frío a partir del calor. Posee un mayor rendimiento que la generación convencional de calor, frío y electricidad, en la que se necesitarían una central eléctrica, una caldera y una enfriadora, por ejemplo.
Nos encargamos de la proyección para la instalación y el montaje de plantas de generación eléctrica a partir de energía solar fotovoltaica tanto conectada a la red como de forma aislada.
Sin embargo, nuestro enfoque tiende más a los sistemas aislados.
Las principales aplicaciones de los sistemas aislados son:
La configuración más utilizada es la compuesta por el generador fotovoltaico, regulador de carga, baterías e inversor, este último para convertir la energía acumulada en las baterías en corriente alterna, que es la utilizada para la mayoría de las aplicaciones.
Para el cálculo de este tipo de instalaciones, los criterios de diseño son diferentes. En las las instalaciones conectadas a red, se intenta maximizar la producción anual, orientando al sur y con la inclinación más favorable. En cambio, para las instalaciones aisladas, el criterio debe ser para que produzca al máximo en el mes más desfavorable, diciembre, y así el resto del año tendrá como mínimo la energía calculada para el peor mes, cubriendo siempre las necesidades.
Almacenamiento por baterías
Hoy en día existen productos principalmente baterías de iones de Litio con capacidad para almacenar de 3 a 15 kilovatios de energía eléctrica, producida con paneles solares para los hogares. De hecho muchos de estos productos ya vienen integrados de forma electrónica en un pack autónomo.
Este de tipo de instalaciones van a permitir un gran ahorro en el coste de la factura energética de las viviendas ocupando muy poco espacio.
Este "pack" se conecta con paneles solares fotovoltaicos ubicados en el techo de la vivienda y convierte la energía solar para ser utilizada en la vivienda, el excedente de energía es almacenado en baterías para su utilización durante la noche. Este sistema también permite ser configurado para aprovechar una tarifa nocturna más barata. De hecho, está pensado para que el usuario pueda sino independizarse de la red o, como mínimo, si reducir su consumo hasta en un 80%.
Todo el control de la energía producida y almacenada se puede realizar de forma ágil y sencilla a través de un ordenador, tablet o smartphone así como el cálculo de los ahorros económicos producidos.
Estas instalaciones disminuirían la huella de carbono de una vivienda media en un 60-90%, contribuyendo a paliar el impacto del cambio climático así como el efecto invernadero.